La crisis por la pandemia aqueja también a quienes trabajan para rescatar y proteger a los animales silvestres de la caza indiscriminada y de la tenencia ilegal. Durante la crisis sanitaria en Ecuador, varios centros de rescate animal unen sus fuerzas ante la precariedad.
Por Gabriela Arévalo y Andrés Reinoso / @Gabiare y @andresreinoso
Mientras Ecuador y el mundo se mantienen en vilo por la pandemia, durante casi todo el primer semestre del 2020, en los centros de manejo de fauna y refugios de animales silvestres ecuatorianos no se ha detenido el trabajo de rescate, atención veterinaria, cuidado animal y liberación -cuando es posible- de individuos que han llegado a estos lugares.
En Quito, Cuenca y Guayaquil, donde funcionan el Zoológico de Guayllabamba, el Bioparque Amaru y el Proyecto Sacha, respectivamente, los casos de recepción de animales rescatados se acercan a los 200, solo entre enero y julio de este año.
Pese a la pandemia, los ataques a la vida silvestre continúan
Aunque los vínculos entre el tráfico de vida silvestre y la crisis sanitaria actual son evidentes, el ataque a la fauna silvestre no ha parado. Para el Zoológico de Quito ha sido muy doloroso seguir recibiendo en medio de la pandemia animales víctimas de caza o mascotización, y ser testigos de un ataque directo a la biodiversidad a través de la compra y venta de individuos.
El primer caso atendido a inicios de la pandemia en el centro de rescate de Guayllabamba fue el de una tortuga motelo (Chelonoidis Denticulata). La persona que entregó a la tortuga la había encontrado “en la carretera desde el Oriente porque le iban a atropellar”. Luego de hallarla, intentaron mantenerla como mascota, “pero como no comía, se decidió dejarla en el Zoológico”.
A simple vista, este caso parece no mostrar una gravedad considerable, pero explica un contexto verdaderamente preocupante: las tortugas forman parte de las especies silvestres que más llegan a la clínica y son las especies más mascotizadas, junto con loros y monos.
El caso de la tortuga fue el primero de 26 más que se recibieron hasta el 23 de julio. También llegaron algunas variedades de tortugas como motelo, pintadilla, mordedora, taparrabo, y los diagnósticos más recurrentes al ser recibidas son recurrentes: deshidratación, decoloración de caparazón, laceraciones en diferentes partes de su cuerpo y, en ciertos casos, fracturas en placas marginales, diarrea, ausencia de miembros pélvicos, entre otras consecuencias del mal manejo y la tenencia ilegal.
Este artículo es parte de la alianza entre La Barra Espaciadora y el Zoológico de Quito