Gualabí volvió a su hábitat en medio de un entusiasmo colectivo

octubre 7, 2021

La mañana estaba fría y nublada en la plaza central de Zuleta, comuna de la provincia de Imbabura. Ahí fue el punto de encuentro para lo que sería una jornada especial para la conservación de la fauna silvestre en el país. Una jornada que convocó a gente de diversas instituciones, comunidades y entidades públicas para atestiguar la liberación de Gualabí, un cóndor andino adulto, rescatado cinco meses atrás en la comuna que dio origen al nombre con el que se le identifica, localizada al sur de Otavalo, en Imbabura, después de que José Bautista y Mayra Cacuango, moradores de ese sector, le encontraran en un potrero sin poder volar.

Equipos de la Fundación Cóndor Andino, Fundación Zoológica del Ecuador, Fundación Galo Plaza – entidades que juntan esfuerzos para casos como este a través del Grupo Nacional de Trabajo del Cóndor Andino – periodistas, representantes del Ministerio de Ambiente y del gobierno cantonal y provincial esperaban por la llegada de Gualabí,  que venía desde el centro de rescate Ilitío, de la Fundación Cóndor Andino, donde cumplió la última fase de su rehabilitación, después de estar tres meses en el Zoo de Quito recuperando su condición física integral. El cielo sombrío despertaba dudas sobre el lugar donde iba a poder ser liberado el cóndor, por la alta probabilidad de lluvias y vientos intensos, aunque prevalecía el optimismo por el acontecimiento que reunía a todos ese miércoles 29 de septiembre del 2021.

Cerca de las 9 de la mañana, una camioneta de Fundación Cóndor Andino llegó a la plaza de Zuleta con un kennel o contenedor que transporta animales, donde se encontraba el ave. Inmediatamente, el numeroso grupo de gente que esperaba por este arribo se acomodó y movilizó en sus vehículos para emprender la caravana hacia el páramo de Cubilche, zona escogida para devolver a su hábitat a Gualabí.

El trayecto en vehículos no duró mucho, ya que las condiciones del camino no eran las mejores para ascender los empinados cerros de la parroquia La Esperanza que llevan hacia Cubilche. Apenas la camioneta que llevaba a Gualabí y unas cuatro más lograron subir hasta una zona alta, más cerca del sector de liberación, mientras el resto de carros – unos diez – fueron quedándose en la ruta, donde el lodo y los huecos les impedían seguir. Esto obligó a los asistentes a optar por la única solución: caminar.

Fue así que unas 50 personas, encabezadas por unas 8 que llevaban a Gualabí en su kennel, alternando esfuerzos paulatinamente mientras avanzaban, emprendieron el ascenso hasta la cima de un monte aledaño a una de las lagunas que se encuentran en el sector. La amenaza de lluvia no pasó de eso, y el clima se mantenía templado para que la caminata sea tranquila para los improvisados e improvisadas caminantes.

A eso de las 10h30, Gualabí alcanzó el punto más alto del páramo, aproximadamente a unos 3.800 metros sobre el nivel del mar, acompañado por sus escoltas, quienes ubicaron al kennel en un sitio apartado del resto de gente que iba llegando, para evitar que el cóndor se alterara antes del gran momento. Poco a poco, habitantes de La Esperanza, de Gualabí y de otras comunidades aledañas, agentes de la unidad de policía ambiental e integrantes del resto de instituciones y organizaciones participantes, iban coronando el cerro, sin esconder el cansancio por el desafío espontáneo que enfrentaron esa mañana, y con la expectativa a flor de piel.

Fue así que, en medio de un frío y nublado monte en Cubilche, aproximadamente a las 11h15, la liberación de Gualabí estaba a punto de hacerse realidad, con un numeroso grupo de ciudadanas y ciudadanos entusiasmados por ser parte de este suceso histórico. Antes de que esto se consumara se llevó a cabo un diálogo protocolario entre representantes del Grupo Nacional de Trabajo del Cóndor Andino, Ministerio del Ambiente, autoridades locales y los rescatistas de Gualabí, para destacar cómo fue todo el proceso de rescate, recuperación y rehabilitación de este cóndor.

Finalmente, el gran momento llegó, cuando algunos integrantes de la Fundación Cóndor Andino y del Zoo de Quito ubicaron el kennel en un sitio propicio para abrir sus puertas. De esto se encargaron José Bautista, Mayra Cacuango y Bianca Dáger, viceministra de Ambiente, en medio de un silencio indispensable para que Gualabí salga sin perturbación alguna. 

Y así fue. Solo el único y envolvente sonido del viento de páramo que choca con los pastizales se percibió el instante en el que este imponente cóndor macho, con la banda alar número 19 en sus alas, abandonó el contenedor en el que llegó, divisó el firmamento que tenía frente a él, dio unos contados pasos y se elevó hacia su libertad. 

Incontables cámaras y celulares captaron este hecho que resultará inolvidable para cada asistente de este acontecimiento que renueva las esperanzas por conservar al cóndor andino en Ecuador.

En esos escasos segundos en los que Gualabí nuevamente sintió suyo el mundo en su despegue, la satisfacción del deber cumplido conmovió especialmente a quienes estuvieron pendientes de su recuperación desde que tuvo que recibir cuidado humano para lograr reinsertarlo a su hábitat, a los equipos veterinarios y de cuidadores y cuidadoras de Fundación Cóndor Andino y del Zoo de Quito. Fue ahí, en aquel instante, en el que todo esfuerzo y sacrificio desplegado por Gualabí cobró sentido.

 

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