Un día destinado a la lucha contra el tráfico ilegal de fauna silvestre

junio 25, 2024

No existen datos oficiales de América Latina sobre el número de animales que son afectados por el comercio ilegal de especies, aunque se estima que son más de 100.000 en toda la región. La cadena del tráfico ilegal inicia en la extracción de individuos de su hábitat y las cifras reportan decomisos y rescate de animales que son atendidos en zoológicos y centros de rescate. En el 2022, cerca de 63.000 animales se contabilizaron en Brasil, mientras en Colombia se registraron aproximadamente 36.000 y en Ecuador alrededor de 6.800. La falta de cifras consolidadas en esta parte del mundo no permite visibilizar la magnitud de esta problemática que amenaza a la vida silvestre, así como a la salud humana y ecosistémica. 

En este contexto, la Asociación Latinoamericana de Parques Zoológicos y Acuarios (ALPZA) declara el 25 de junio como el Día Internacional contra el Tráfico ilegal de fauna silvestre, una acción que busca evidenciar esta problemática que está afectando la biodiversidad de la región más diversa del mundo. 

Martín Bustamante, director del QuitoZoo e integrante del Comité de Conservación de ALPZA, explica que declarar una fecha con este propósito “busca despertar una conciencia colectiva respecto a los problemas que acarrea el tráfico ilegal de fauna silvestre para detener este flagelo, pero también busca mostrar el trabajo de los zoológicos en la atención a miles de animales cada año”.

Una realidad que necesita ser contrarrestada

“Un animal silvestre extraído de su hábitat es considerado un animal muerto para la naturaleza. El mundo sin ellos es un bosque vacío que poco a poco se queda sin agua, sin semillas, sin vida, que se expande al ser humano, porque nuestra dependencia de ellos y de esa biodiversidad de la que son parte, es completa”, expresa Gabriela Arévalo, directora de Educación para la Conservación del QuitoZoo. 

A toda esa afectación descrita se suma el sufrimiento que viven estos animales al ser cazados y separados de su hogar. Estos seres indefensos son transportados en diminutas cajas, envueltos con cinta de embalaje y papel, pasan días sin agua, sin comida, hacinados en espacios artificiales, trasladados a distintos destinos. Según TRAFFIC (la red de monitoreo del comercio de vida silvestre), de cada diez animales que salen de su hábitat, sólo uno llega hasta una casa donde vivirá dentro de una jaula o en un lugar que no es para él. Nunca más volverá al bosque, ni a comer lo que necesita, ni a recorrer kilómetros entre ramas de árboles o volando sobre ellos. 

En América Latina, el tráfico de fauna silvestre es una problemática que afecta la biodiversidad y los ecosistemas de manera significativa. Agravada por la falta de información real y las limitadas capacidades técnicas de los estados para abordar el problema, esta práctica ilegal representa una amenaza continua para la naturaleza y todos quienes somos parte de ella.

La extracción de animales de su hábitat no solo implica ese acto cruel contra la fauna, sino una serie de consecuencias como las que se detallan a continuación:

  • Extinción de especies nativas raras y endémicas.
  • Disminución del tamaño poblacional de especies silvestres.
  • Pérdida de diversidad genética.
  • Fijación y normalización del patrón cultural del mascotismo de animales silvestres. 
  • Riesgos a la salud pública generados por enfermedades zoonóticas, que pueden terminar en pandemias.
  • Alteración de las funciones y servicios ambientales del ecosistema.
  • Potenciales afecciones a especies clave.
  •  Introducción de especies invasoras.

Especies amenazadas sufren el impacto del tráfico de vida silvestre  

El tráfico de vida silvestre sigue representando una grave amenaza para numerosas especies en todo el mundo. En particular, el tráfico de mascotas ha extraído tortugas gigantes de Galápagos de proyectos de conservación vitales para repoblar las islas. Simultáneamente, la medicina tradicional en América y Asia tropical recolecta partes de jaguares en cantidades alarmantes cada año, afectando a especies que ya están en peligro de extinción.

De acuerdo con la Lista Roja de los Mamíferos del Ecuador del 2021, el jaguar se encuentra En Peligro (EN), mientras que a nivel regional se considera a la especie como  Casi Amenazada (NT). Según el portal Youtopia, existe la hipótesis de la cacería de jaguares en América Latina para satisfacer la demanda de partes de tigres en China. Una investigación desarrollada por WCS encontró 230 publicaciones realizadas entre 2009 y 2019, donde consta que en 31 plataformas en línea se comercializaba a este animal, y que sus dientes fueron las partes más requeridas. En Ecuador y Perú se registró el 12% de publicaciones, lo que les ubicó en el cuarto puesto de los países analizados con mayor número de dientes comercializados.

Además de la comercialización de partes, el mascotismo y el narcotráfico fortalecen las redes de tráfico, extracción y reproducción ilegal de especies animales. Los mercados de mascotas destacan al ajolote mexicano como uno de sus principales productos; esta especie, críticamente amenazada y originaria del valle de México, no encuentra solución a sus problemas en la venta como mascota.

Al Zoológico de Quito llegaron varios grupos de ajolotes hace pocos meses, que fueron incautados de tiendas de mascotas y de propiedades particulares de ciudadanos que pretendían comercializar a estos animales exóticos; un caso emblemático de cómo el tráfico ilegal tiene alcances regionales incalculables. El equipo de Bienestar Animal del QuitoZoo adaptó un espacio en su zona de cuarentenas para poder darles la atención necesaria.

Los zoológicos agremiados de la región a través de ALPZA, desempeñan un papel crucial en la atención y rehabilitación de animales víctimas del tráfico de fauna silvestre. Funcionan como centros especializados que proporcionan cuidado y atención veterinaria a las especies afectadas, brindándoles un entorno seguro para su recuperación y eventual reintegración a su hábitat natural. Además, funcionan como plataformas de formación ciudadana, evidenciando los peligros del tráfico de animales y la importancia de su conservación. 

El año pasado, la Comisión para la Supervivencia de Especies de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) emitió una Declaración de Posición sobre la importancia del rol de los zoológicos, jardines botánicos y acuarios para la conservación, en la cual se considera como factor clave el trabajo con las comunidades que cumplen estas instituciones, lo cual involucra diversos proyectos para fomentar relaciones responsables de la ciudadanía con la naturaleza, entre los que se incluyen campañas contra el tráfico de vida silvestre a nivel digital o mediante mensajes de concienciación para los visitantes que recorren los parques.

La realidad del QuitoZoo

El Zoológico de Quito trabaja como un centro de rescate y de atención para los animales víctimas de esta problemática. En el 2023, esta institución recibió 229 animales entre anfibios, animales exóticos, mamíferos, reptiles y aves (en ese orden, según la cantidad mayormente recibida por grupo), de los cuales 148 han llegado al por tráfico ilegal, es decir, el 64.62%

Hasta junio del 2024, mientras tanto, hemos recibido 110 animales, entre aves, mamíferos, reptiles, animales exóticos y anfibios (también en orden de acuerdo a la cantidad recibida de mayor a menor cantidad). 69 sufrieron tráfico ilegal, es decir el 62.72%

Durante los últimos meses se han recibido casos significativos como un olingo (Bassaricyon gabbi) que llegó finalizando su etapa de cría, que estuvo mantenido en el hogar de una familia durante un tiempo. Los olingos son animales típicos de bosques nublados pero de los que todavía no entendemos bien su diversidad ni biología.

Otra historia de un recién nacido es el de un perezoso de dos dedos (Choloepus hoffmani) que habría perdido a su mamá por un ataque de comuneros en el cantón San Lorenzo, de la provincia de Esmeraldas, donde fue rescatado por funcionarios del Ministerio de Ambiente, Agua y Transición Ecológica. Como cada caso de neonatos que recibimos, el pronóstico es reservado, debido a la fragilidad de la edad en la que se encuentra el animal.

También se pueden destacar las historias de un venado juvenil al que lo tenían amarrado en el patio trasero de una propiedad, donde almacenaban partes constitutivas de venados y un zorro embalsamado; dos gavilanes que fueron retenidos en criadero de gallos de pelea; dos coatíes recién nacidos, uno fue rescatado de un domicilio particular, en un proceso de retención por parte de las autoridades, mientras el otro arribó con una fractura en cadera y con comportamiento de mascota.

Igualmente fue preocupante el caso de cuatro marmosas (una variedad de zarigüeyas) que un ciudadano pretendía venderlas en una calle de Quito, como cualquier mercancía. Una ciudadana denunció esa acción y agentes de la Unidad de Policía del Medioambiente decomisaron a los animales para trasladarlas hasta el zoológico. 

Las heridas físicas y daños comportamentales con los que estos animales llegan comprenden desde desnutrición hasta mutilaciones, y la mayoría de las veces sin importar los esfuerzos, no pueden volver a su hábitat. 

“¿Qué es lo que estamos pensando para llegar a tratar a un animal de esa forma?”, se pregunta Betsabé Trujillo, veterinaria del Zoológico de Quito y encargada de trabajar los casos de animales que llegan rescatados. “Hay mucha gente que cree que el animal no siente, pero hay animales que llegan con un grado de dolor muy alto que muchas veces podemos controlarlo, pero otras veces no, ya que hay herramientas con las que contamos en la rama veterinaria para afrontar esto, pero en casos de fauna silvestre es mucho más difícil poder hacerlo”, añade.

Esta especialista del Zoológico de Quito advierte principalmente a la zoonosis como un factor de riesgo que hay que tomar en cuenta como una consecuencia grave del tráfico de vida silvestre. El hecho de que un animal silvestre entre en contacto con personas o con animales domésticos,  genera un intercambio de microorganismos que pueden producir el brote una enfermedad zoonótica. 

Bestabé cree que es importante que la gente deje de normalizar la tenencia de loros, tortugas o monos como mascotas. Para ella es crucial informarse sobre todos los factores que se desencadenan cuando un animal es extraído de su hábitat. Además, ella recuerda que cuando comenzó a conocer todo acerca de la fauna silvestre en su época universitaria, una persona le dijo que si se acaba el tráfico ilegal ella no tendría trabajo como veterinaria de fauna silvestre. Le dijo que no le importaría, pero mientras esta problemática no se detenga, “yo estoy dispuesta a dar todo de mí para ayudar a los animales que recibimos, a no tener el destino que muchos otros tienen”, finalizó.

“El vivir esta realidad diariamente, nos compromete como equipo del Zoológico de Quito a buscar estrategias para accionar y detener la mascotización de especies silvestres. Por ello, promovemos experiencias educativas de la vinculación emocional de sus visitantes con la vida silvestre y desde ese acercamiento genera reflexiones importantes sobre el tráfico de animales”, complementó Gabriela Arévalo.

Casa adentro, en el equipo del QuitoZoo también se fomenta una mayor vinculación del personal con la causa contra el tráfico de vida silvestre, desde la premisa de que el trabajo de cada integrante de esta institución es parte del esfuerzo colectivo que busca contrarrestar esta vulneración de la naturaleza. Es así que por el Día internacional contra el tráfico ilegal de fauna silvestre se ha organizado una jornada participativa con el equipo del zoológico y colegas del Ministerio de Ambiente, mediante charlas informativas y talleres enmarcados en el contexto descrito, con el propósito de reafirmar el compromiso institucional de fomentar diariamente la lucha contra la comercialización, mascotismo y toda práctica que vulnera a los animales silvestres.

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