En la mañana de este domingo 31 de marzo el oso andino Tupak llegó a los bosques del Parque Nacional Cayambe Coca, hábitat donde podrá permanecer en vida silvestre. Está cruzada por Tupak ha logrado que distintos niveles de Gobierno Central y provincial a través del Ministerio de Ambiente, Agua y Transición Ecológica (MAATE) y la Prefectura de Imbabura, las organizaciones de conservación y la sociedad civil garanticen su bienestar.
Su movilización inició después de sedarlo dentro del espacio que ocupó en el Zoológico de Quito, mientras estuvo bajo nuestro cuidado profesional por tres meses. El equipo veterinario hizo una revisión médica para conocer la condición física del animal antes de su liberación, rayos X y tomas de sangre para estudios. Para garantizar un seguimiento continuo y la seguridad de Tupak en su entorno, la Fundación Cóndor Andino le colocó un collar satelital, de esta forma podrá ser monitoreado en la adaptación a sus nuevos bosques.
Alrededor de las 9h30 de la mañana, el helicóptero, financiado por la coordinación del MAATE, despegó hacia el lugar de destino. A lo largo del viaje de aproximadamente 40 minutos, en los que el oso se mantuvo sedado, el director de Bienestar Animal del QuitoZoo, David Mora, monitoreó el estado del animal, para asegurar la estabilidad de su salud y vigilar que su viaje sea seguro.
Junto a Mora viajó el especialista del Gobierno Provincial de Imbabura, Andrés Laguna. Al llegar a territorio, ambos cargaron a Tupak sobre una manta térmica, hasta una zona segura donde identificaron un paso de osos. Esperaron a que despertara y a lo lejos lo vieron perderse en la vegetación.
La emoción de David fue única; sintió que la misión al fin se cumplió. “Cuando lo dejamos el oso Tupak se quedó despierto y estable. Pudimos constatar su recuperación porque ya estaba con todos su reflejos y deglutiendo. Ha vuelto al bosque, así que estamos muy contentos, lo logramos. Ahora sí, larga vida a Tupak”, expresó.
Apenas el helicóptero aterrizó, Andrés Laguna definió el lugar donde se colocaría al individuo. Para ello identificó una zona de paso de osos donde, según explicó Laguna, ahí el animal obtiene señales de comunicación de la población de osos en el territorio, el cual forma parte de un hábitat que abarca “un bosque húmedo montano alto, el páramo y bosque tropical, donde existen diferentes tipos de cobertura vegetal. Esto va a facilitar que Tupak tenga alimento todo el año”.
Esta reinserción y el lugar escogido para llevarla a cabo tienen el objetivo de que Tupak se asiente en una zona que esté alejada de territorios donde puede entrar en contacto humano.
La historia de Tupak se ha difundido ampliamente hacia la sociedad, sirviendo como un inspirador llamado a la acción para unirse en una misión solidaria destinada a asegurar la reinserción exitosa de este oso en un hábitat donde su bienestar y supervivencia estén asegurados. Gracias al valioso respaldo de medios de comunicación locales, nacionales e internacionales esta iniciativa ha alcanzado su meta.
El refugio que necesitaba Tupak
El Zoológico de Quito cuenta con la infraestructura adecuada y las capacidades técnicas y profesionales para hacerse cargo del cuidado de animales como un oso andino. Fue así que Tupak se mantuvo aislado en un espacio sin contacto con humano. Sus cuidadores y cuidadoras le entregaban su alimento desde un rincón en el que no interactuaron con él, y una cámara oculta monitoreó su comportamiento.
Alrededor del espacio se colocó vegetación y barreras físicas y sensitivas para lograr su aislamiento del exterior, mientras adentro Tupak contó con estratos y sustratos que buscaron imitar el ambiente del hábitat del oso andino. Su alimentación fue en base a bromelias y otras especies silvestres como las que él encontrará en su nuevo hábitat. Estos insumos fueron provistos por técnicos del Gobierno Provincial de Imbabura
“Efectuamos un cuidado integral y adecuado para maximizar las posibilidades de vida del animal. Además, contribuimos positivamente a mantener un entorno silvestre”, explicó David Mora, quien señaló que este caso implicó un proceso complejo de cuidados profesionales y especializados, entre los que destaca una evaluación detallada de su estado de salud para identificar cualquier patología o lesión. Los exámenes efectuados mostraron que Tupak se mantuvo en buenas condiciones.
Un caso para priorizar acciones de conservación
Tupak tuvo que salir de una zona donde su cercanía con la gente y sus actividades productivas lo ponía en riesgo; desde hace varios años la Prefectura de Imbabura lleva a cabo un estudio sobre la especie, donde cada individuo es monitoreado. “Esto nos permite conocer el proceso de cada oso y evaluar acciones de conservación de las poblaciones”, explicó Andrés Laguna, biólogo, encargado del Componente de Investigación para la Conservación de la Dirección General de Ambiente de la Prefectura de Imbabura. De acuerdo con datos proporcionados por este mismo experto, en Imbabura existen 38.000 hectáreas de hábitat idóneo para el oso andino, es decir, bosque húmedo montano, húmedo montano alto y páramo, que están fuera del sistema nacional de áreas protegidas. Y en esa zona se calculan 20.000 hectáreas con probabilidades altas de interacción negativa de la gente con los osos, por afectaciones al ganado o a cultivos, principalmente de maíz, aguacate o caña.
La historia de Tupak es solo una muestra de un grave problema que enfrentan especies de fauna silvestre como el oso andino, que en la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) se encuentra en la categoría Vulnerable, mientras en la Lista Roja de Mamíferos del Ecuador se encuentra En Peligro.
Para Martín Bustamante, director del Zoológico de Quito, este caso es importante porque ha convocado al trabajo concatenado entre distintos actores con competencias específicas y experticias complementarias. Bustamante señala que el Zoológico aporta con experiencia veterinaria en el manejo de animales, pero también comenta que hay una tarea para sensibilizar a la ciudadanía respecto a la necesidad de construir relaciones distintas con la biodiversidad y asegurar su persistencia y el funcionamiento de los ecosistemas.
Cambios en los ecosistemas naturales también están dados por aumento de la población humana y crecimiento de la frontera agrícola, que genera contactos más frecuentes entre osos y otras especies silvestres con zonas pobladas, e implica amenazas a su conservación. Además, existe también una población significativa de perros abandonados que llegan hasta bosques y páramos, donde, fuera de control se convierten en depredadores de animales que son sustento de la economía campesina, muertes que se atribuyen a animales como osos o pumas. Esta circunstancia convierte al perro en uno de los animales más abundantes que están introducidos en ecosistemas naturales y que acarrea amenazas a la conservación de la biodiversidad.
Según Fabricio Narváez, director de la Fundación Cóndor Andino, “entre las principales amenazas están la competencia por recursos, el acoso y la muerte de especies silvestres que son presas de las jaurías de perros, la transmisión de enfermedades zoonóticas”.
De acuerdo a un estudio efectuado por Fundación Cóndor Andino sobre esta problemática, su director afirma que “al menos un tercio de los eventos que están atribuidos a fauna silvestre no corresponden a ataques de especies de fauna silvestre”, sin embargo, una mala identificación de los verdaderos culpables –los perros– exacerba los conflictos entre humanos y la fauna silvestre”.
Las zonas altoandinas ecuatorianas, por ejemplo, sostienen una población abundante de perros, que oscilaría entre los 35 y 50 mil individuos por sobre los 3000 metros de altitud. En estas mismas zonas, la pobreza es una constante que acarrea varios problemas sociales como las más altas tasas de necesidades básicas insatisfechas, violencia intrafamiliar, falta de acceso a servicios públicos como educación y salud.
Según el Plan de Acción para la Coexistencia entre la gente y la fauna silvestre en el noroccidente del DMQ (2023-2027), una herramienta desarrollada por el equipo del Zoológico de Quito bajo la coordinación y acompañamiento de la Secretaría de Ambiente del Municipio de Quito, para esta problemática alienta a que las entidades de gestión local asuman sus competencias en los distintos ejes de la dimensión ambiental de manera coordinada (socioeconómica, productiva, ecológica, sanitaria y servicios).
Por otro lado el Plan de Acción para la Conservación del Oso Andino en Ecuador, un documento liderado por el MAATE en colaboración estrecha con la academia, y organizaciones de la sociedad civil, estipula que cuando las intervenciones para proteger individuos y poblaciones se han agotado, las translocaciones y liberaciones de individuos son una alternativa. Sin embargo, es importante que se consideren los recursos que esto implica y los impactos que estas acciones tendrán en la conservación.